Nos valoramos por lo que Somos o por lo que Tenemos

 

Si observamos la sociedad y el mundo, a las personas se nos valora por aquello que tenemos o poseemos; si tenemos un coche mejor, una profesión de prestigio, un nombre, o incluso si hemos desarrollado cierta destreza en artes o en meditación.

 

Se otorga un reconocimiento a las atribuciones, y con frecuencia, además, se hace en comparación u oposición con otros y requiere estar en una lucha casi continua por mantener o lograr más, para subir en un escalafón o estatus.

 

Y el problema es que nosotros nos juzgamos o valoramos a nosotros mismos de la misma manera, damos absoluta veracidad a esas clasificaciones, y nos las repetimos, aunque no sea conscientemente, y así cuando no lo obtenemos, puede surgir el no valgo, no soy merecedor, no puedo; o el temor a que deje de estar aquello que teníamos, en definitiva un sufrimiento agotador.

 

Y entre tanto nos olvidamos, dejamos de reconocer quién somos, de que dentro de todos nosotros habita algo más allá que anima este cuerpo y que siempre ha estado, está y estará independientemente de los logros circunstanciales.

 

No quiere decir que no obtengamos aquello que precisemos, pero sí que lo pongamos en su justo lugar.