La intuición es el potencial que tenemos todos los seres humanos para sentir y distinguir de forma instantánea y clara  cual de ellas es la más acertada, para obtener resultados y llevar una vida en óptimas condiciones.

Este potencial tiene múltiples usos, alcances y posibilidades.

Pino del Castillo

 

La intuición es el potencial que tenemos todos los seres humanos de dar respuestas y soluciones a todo cuanto precisemos. Intuir es esta posibilidad. Ante cada cuestión que nos hacemos surge en nuestro cuerpo dos señales, dos respuestas, dos sentires: con una sabemos que es acertada y con la otra que no lo es; con una sentimos fortaleza, conexión, con la otra lo contrario debilidad, desconexión.

Así, aprendiendo a reconocer estas dos señales y haciéndonos diestros en ello, podemos dar cada paso de nuestra vida de forma acertada. Con esta señal que tiene potencial, con esta adelante; pero con esta otra que está muy floja ni se te ocurra, pues nos indica y anticipa que vamos a errar, a equivocarnos, a confundirnos.

De esta forma tan simple, aprendiendo a distinguir y a decantarnos por las posibilidades, elecciones, decisiones, etc. que activan en nuestro cuerpo esta fortaleza y, desistiendo de aquellas que nos producen la sensación de debilidad, podemos acertar en la respuesta idónea en todo momento, obteniendo resultados de forma que nos sentiremos en condiciones y dejaremos definitivamente de sufrir.

La intuición no es algo religioso ni esotérico, es algo que conocen perfectamente los compositores, pintores, creativos y deportistas. ¿Cómo podría un futbolista con el balón y rodeado de varios contrarios saber qué toque es preciso dar en cada momento y a quién pasarlo si tuviera que hacerlo con la mente? Son tantas las posibilidades en cada instante que pensándolo sería muy lento e imposible. El deportista está plenamente conectado, distingue estas señales y, desde el sentir, elige la más acertada para pasar el balón al compañero y meter el gol. Igualmente, esta capacidad la poseen los animales; lo llamamos instinto. Es algo simple que hacemos de manera inconsciente cada día cuando echamos la sal en la comida. No necesitamos pesarla. Cogemos intuitivamente la cantidad justa porque sentimos que, con ese poquito, va a estar rica la comida.

Para distinguir esas dos señales se precisa de un estado muy sencillo, sin juicios, sin interferencias, ni influencias… Es tan simple que lo tienen los niños cuando nacen, sin tristezas, ni preocupaciones, ni miedos, ni ningún pesar… simplemente están vacíos. Por tanto, es algo que conocemos muy bien, pero que, por desgracia, se ha ido olvidando por las influencias sociales, culturales, etc.

Éste es el potencial de intuir. Con él podemos distinguir para cada de las cuestiones que nos hagamos o que precisemos cuál es la respuesta acertada. Y ¿para qué queremos distinguirlo? Pues para, entre las continuas elecciones, preguntas y dudas que la vida nos trae, esclarecer cada tema sabiendo con cuál obtenemos resultados, o si nos vamos a equivocar y a meter en líos. De manera que nos vaya bien la existencia, sin errar jamás, sin luchas, ni bloqueos, ni enfados, ni desajustes. Estaremos seguros y en sosiego, confiados, en condiciones, sin sufrir y sintiéndonos en todo momento en condiciones.